miércoles, 6 de marzo de 2013

Tres puntos de vista para una misma situación



Varios millones de espectadores, y unas 76.000 personas presentes en Old Trafford, siguieron ayer el encuentro de vuelta entre el Manchester United FC y el Real Madrid CF para octavos de la Uefa Champions League; todo estaba preparado para un evento memorable – grandioso escenario, dos de los equipos con más historia, el empate a uno del encuentro de ida – y la UEFA  quiso poner su granito de arena al éxito – deportivo y, sobre todo, económico – del evento nombrando al árbitro turco Cüneyt Çakir, uno de los colegiados internacionales de más categoría y con mucha experiencia en encuentros de alta presión.

Por si fuera necesario, para apoyar la labor del equipo arbitral, el “UEFA Referee Observer” (o sea, el Delegado Informador) era el conocido Pier Luigi Collina, quien pasa por ser el ejecutivo más importante de la UEFA en el aspecto arbitral.  Dicen los entendidos en temas arbitrales europeos que la presencia de Collina en este partido tenía como objetivo comprobar la forma del colegiado turco cara a su designación para dirigir la final del campeonato y para su inclusión en representación de la UEFA en el mundial del año próximo en Brasil.

La jugada clave apareció mediada la segunda parte, sobre el minuto 57 del encuentro. Nani, el jugador portugués del Manchester United, trata de controlar cerca de la banda un balón que llega alto; según parece apreciarse por las imágenes emitidas por televisión – la señal está, no lo olvidemos, controlada por los técnicos de la UEFA – el jugador tiene su mirada fija en el balón y, aunque levanta su pierna a la altura de los hombros para controlar el balón, no ve la llegada del jugador del Real Madrid (Arbeloa) que también trata de controlarlo, impactando en su costado. Ambos jugadores caen al suelo, el árbitro señala la falta de Nani y se acerca al lugar del choque para comprobar si es necesaria la entrada de las asistencias.  Es de resaltar que, en ese momento, ninguno de los jugadores del Real Madrid protesta ni solicita sanción para el presunto infractor. Transcurren unos segundos (tiempo suficiente para que el árbitro pueda tomar su decisión e, incluso, solicitar opinión a sus asistentes) y, ante la sorpresa general, cuando Nani se incorpora, el árbitro le muestra la tarjeta roja de expulsión. Por supuesto, varios jugadores del Manchester United se dirigen al árbitro protestando y, desde la banda tras bajar a la carrera los peldaños que le separan del banquillo, su entrenador, Sir Alex Ferguson, gesticula su disconformidad – leyendo sus labios, se puede apreciar la expresión “fool” (loco), no como insulto hacia el árbitro, sino como muestra de su total incredulidad ante la decisión tomada.

El encuentro continuó con una actuación arbitral descentrada, se reclamaron varias infracciones en el área del Real Madrid, decisiones aparentemente claras se señalaron al revés, posiblemente se omitió la señalización de uno o dos penalties en contra del Real Madrid, etc. pero la circunstancia objeto de este escrito tiene lugar una vez señalado el final del encuentro, cerca de la entrada al túnel que conduce a los vestuarios aunque sobre el terreno de juego.

Mientras los jugadores del Real Madrid mostraban su alegría por la clasificación para la siguiente fase de la competición (resultado final 1-2, agregado 2-3) varios jugadores del Manchester United, encabezados por su capitán Rio Ferdinand, cercaron al equipo arbitral protestando por su actuación. Las cámaras de TV muestran de forma fehaciente que Rio Ferdinand, a escasos centímetros del rostro del árbitro turco, aplaude de forma despectiva, mientras Cüneyt Çakir permanece impasible... Segundos después, el propio Ferdinand – conocedor de cómo se las gasta la UEFA en estas circunstancias – pretende aliviar la situación y, pretendiendo aceptar los hechos con típico “fair play” británico, tiende la mano a los tres árbitros, mano que Çakir aprieta con una profunda expresión de desagrado.

No corresponde ahora valorar la jugada de la expulsión – por su similitud, a los españoles nos vino a la memoria la entrada del holandés De Jong a Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica, tantas veces recordada por el árbitro inglés Howard Webb como uno de sus mayores errores (la no expulsión de De Jong) – ya que los medios de comunicación lo van a hacer de forma exhaustiva; lo que vamos a considerar es la forma de actuación del árbitro frente a los aplausos irónicos de Ferdinand y la protesta colectiva de los jugadores del Manchester United.

Obviamente, un árbitro con la experiencia y preparación de Çakir, tras la expulsión y antes de finalizar el encuentro, se habrá dado cuenta de su errónea (o diferente) percepción de la jugada, ya sea por las reacciones de los integrantes del equipo local, las protestas del público, la pasividad de los jugadores del equipo visitante o por los comentarios de sus propios asistentes a través del sistema de comunicación. En esas circunstancias, al producirse la protesta final, especialmente los aplausos sarcásticos del capitán del equipo local, ¿cuál debería ser su respuesta?.

Podemos contemplarlo desde tres puntos de vista diferentes: un árbitro joven de categoría Preferente, un árbitro de Primera División y, por último, un árbitro de la categoría del propio Çakir:

Un árbitro de 21 años, que actúe en Preferente, sin ningún género de dudas hubiera mostrado, con la mayor energía posible, la tarjeta roja a Rio Ferdinand y, caso de que continuaran las protestas, alguna otra amarilla o roja a jugadores y técnicos locales. Es obvio que, en su situación, su objetivo es mostrar firmeza y valentía en sus decisiones, no permitiendo que se le vea como un árbitro pusilánime a quien se podrá amedrentar en el futuro. Poco importa si “hay que darle la vuelta al estadio” por las expulsiones; no puede, bajo ningún concepto, admitir que se menosprecie su autoridad.

Por su parte, un árbitro de Primera División optaría por mostrar la tarjeta roja al capitán y a los integrantes más activos en la protesta; en el caso de que hubiera previsto una circunstancia similar en su preparación psicológica, si en su camiseta llevara las famosas etiquetas “RESPECT” que la UEFA se esmera en suministrar a jugadores y árbitros (envía etiquetas adhesivas junto a cada asignación), exigiendo su uso en cada encuentro, manteniendo la expresión más serena posible, señalaría de forma clara la etiqueta (mensaje: “no está cumpliendo Vd. con el respeto requerido por la UEFA y, por lo tanto, le expulso”) y acto seguido le mostraría la tarjeta roja.

Por último, veamos el punto de vista de un árbitro de la categoría y en la situación de Çakir; soy consciente de que, por alguna circunstancia, yo he visto la jugada de forma diferente a la de la mayoría de la gente y tengo una certeza casi absoluta de que mi decisión ha sido equivocada, perjudicando gravemente a un equipo de categoría mundial; el hecho de expulsar a uno o varios jugadores del equipo perjudicado, una vez finalizado el encuentro y aunque hayan hecho méritos más que suficientes para ello, va a implicar mayor resonancia sobre mi decisión anterior, lo cual ni me beneficia a mí,  ni le interesa a la UEFA; por otro lado, el equipo local no va a tener más remedio que admitir que, habiendo dado motivos para haber expulsado a varios de sus jugadores más importantes, no lo he hecho; en consecuencia, puede ser más aconsejable “aguantar el chaparrón”, mirar hacia otro lado y concluir este desafortunado encuentro lo antes posible.    

Al considerarlo fríamente, desde la tranquilidad y ecuanimidad que nos brindan las 24 horas transcurridas y la falta de presión, ¿cuál hubiera sido la decisión correcta?. Queda a criterio del lector...  

Carlos A. Bacigalupe
6 marzo 2013