lunes, 3 de octubre de 2016

Jugador sentado en el suelo

En la Regla 5 de la nueva versión del reglamento que ha entrado en vigor recientemente se hace referencia a que los árbitros deben actuar de conformidad con las Reglas de Juego y el “espíritu del juego”, haciendo uso del sentido común para la correcta aplicación de las mismas.

En este contexto, me gustaría mencionar una situación que, desgraciadamente, se está convirtiendo en muy habitual en los minutos finales de los partidos de fútbol en España, consistiendo en una práctica claramente dirigida a la pérdida de tiempo o, cuanto menos, a intentar afectar negativamente a la actuación del equipo adversario. La práctica en cuestión consiste en que un jugador – siempre del equipo que va ganando o se cree beneficiado por el resultado que hay en el marcador en ese momento – se sienta en medio del terreno de juego, aparentemente imposibilitado para caminar por una lesión muscular. Tan pronto como el balón deja de estar en juego, sus compañeros requieren del árbitro que no ordene la reanudación del juego para permitir que las asistencias atiendan al jugador sentado en el suelo. Con carácter general, todos los árbitros atienden el requerimiento y, tras la entrada de las asistencias, el jugador se pone en pie y abandona el terreno – eso sí, muy lentamente – caminando.

Obviamente, el objeto de toda esa actuación – en el sentido teatral de la palabra – es interrumpir el juego, ocasionando la justa frustración del equipo adversario que, como mal menor, obtiene del árbitro el compromiso de añadir el tiempo que se haya perdido. En realidad, el efecto negativo conseguido no se repara con los segundos que se vayan a añadir, sino con la pérdida de ritmo que se ha logrado mediante la ilegal estratagema utilizada.

Para actuar de forma coherente con el “espíritu del juego”, el árbitro debería impedir dicha estratagema - por supuesto dentro de lo estipulado en el reglamento - no accediendo a la solicitud de entrada de las asistencias. Si en la opinión del árbitro no se trata de una lesión grave – lo que resulta obvio en la mayoría de los casos – la gestión correcta sería dejar que el juego se reanudara y, durante el transcurso del mismo, acercarse al jugador y autorizarle a que, si precisa asistencia, abandone el terreno de juego por su propio pie. De hecho, en varias situaciones el reglamento contempla dicha autorización, recogiendo asimismo la forma de sancionar al jugador que, una vez autorizado a abandonar el terreno de juego, intervenga en el juego de forma activa.

Con la amplia difusión que tiene la retransmisión de los partidos por la televisión, en cuanto esta situación se gestione de la forma indicada en un par de encuentros de las categorías superiores, el ejemplo cundirá y conseguiremos un juego más limpio, donde no tengan cabida los “listillos”.

Carlos A. Bacigalupe

Septiembre 2016