Varios
millones de espectadores, y unas 76.000 personas presentes en Old Trafford,
siguieron ayer el encuentro de vuelta entre el Manchester United FC y el Real
Madrid CF para octavos de la Uefa Champions League; todo estaba preparado para
un evento memorable – grandioso escenario, dos de los equipos con más historia,
el empate a uno del encuentro de ida – y la UEFA quiso poner su granito de arena al éxito –
deportivo y, sobre todo, económico – del evento nombrando al árbitro turco Cüneyt
Çakir, uno de los colegiados internacionales de más categoría y con mucha experiencia
en encuentros de alta presión.
Por
si fuera necesario, para apoyar la labor del equipo arbitral, el “UEFA Referee
Observer” (o sea, el Delegado Informador) era el conocido Pier Luigi Collina,
quien pasa por ser el ejecutivo más importante de la UEFA en el aspecto
arbitral. Dicen los entendidos en temas
arbitrales europeos que la presencia de Collina en este partido tenía como objetivo
comprobar la forma del colegiado turco cara a su designación para dirigir la
final del campeonato y para su inclusión en representación de la UEFA en el mundial
del año próximo en Brasil.
La
jugada clave apareció mediada la segunda parte, sobre el minuto 57 del
encuentro. Nani, el jugador portugués del Manchester United, trata de controlar
cerca de la banda un balón que llega alto; según parece apreciarse por las
imágenes emitidas por televisión – la señal está, no lo olvidemos, controlada
por los técnicos de la UEFA – el jugador tiene su mirada fija en el balón y,
aunque levanta su pierna a la altura de los hombros para controlar el balón, no
ve la llegada del jugador del Real Madrid (Arbeloa) que también trata de
controlarlo, impactando en su costado. Ambos jugadores caen al suelo, el
árbitro señala la falta de Nani y se acerca al lugar del choque para comprobar
si es necesaria la entrada de las asistencias. Es de resaltar que, en ese momento, ninguno de
los jugadores del Real Madrid protesta ni solicita sanción para el presunto
infractor. Transcurren unos segundos (tiempo suficiente para que el árbitro
pueda tomar su decisión e, incluso, solicitar opinión a sus asistentes) y, ante
la sorpresa general, cuando Nani se incorpora, el árbitro le muestra la tarjeta
roja de expulsión. Por supuesto, varios jugadores del Manchester United se
dirigen al árbitro protestando y, desde la banda tras bajar a la carrera los
peldaños que le separan del banquillo, su entrenador, Sir Alex Ferguson, gesticula
su disconformidad – leyendo sus labios, se puede apreciar la expresión “fool”
(loco), no como insulto hacia el árbitro, sino como muestra de su total incredulidad
ante la decisión tomada.
El
encuentro continuó con una actuación arbitral descentrada, se reclamaron varias
infracciones en el área del Real Madrid, decisiones aparentemente claras se
señalaron al revés, posiblemente se omitió la señalización de uno o dos
penalties en contra del Real Madrid, etc. pero la circunstancia objeto de este
escrito tiene lugar una vez señalado el final del encuentro, cerca de la entrada
al túnel que conduce a los vestuarios aunque sobre el terreno de juego.
Mientras
los jugadores del Real Madrid mostraban su alegría por la clasificación para la
siguiente fase de la competición (resultado final 1-2, agregado 2-3) varios
jugadores del Manchester United, encabezados por su capitán Rio Ferdinand,
cercaron al equipo arbitral protestando por su actuación. Las cámaras de TV
muestran de forma fehaciente que Rio Ferdinand, a escasos centímetros del
rostro del árbitro turco, aplaude de forma despectiva, mientras Cüneyt Çakir
permanece impasible... Segundos después, el propio Ferdinand – conocedor de
cómo se las gasta la UEFA en estas circunstancias – pretende aliviar la
situación y, pretendiendo aceptar los hechos con típico “fair play” británico, tiende
la mano a los tres árbitros, mano que Çakir aprieta con una profunda expresión
de desagrado.
No
corresponde ahora valorar la jugada de la expulsión – por su similitud, a los
españoles nos vino a la memoria la entrada del holandés De Jong a Iniesta en la
final del Mundial de Sudáfrica, tantas veces recordada por el árbitro inglés
Howard Webb como uno de sus mayores errores (la no expulsión de De Jong) – ya que
los medios de comunicación lo van a hacer de forma exhaustiva; lo que vamos a
considerar es la forma de actuación del árbitro frente a los aplausos irónicos
de Ferdinand y la protesta colectiva de los jugadores del Manchester United.
Obviamente,
un árbitro con la experiencia y preparación de Çakir, tras la expulsión y antes
de finalizar el encuentro, se habrá dado cuenta de su errónea (o diferente) percepción
de la jugada, ya sea por las reacciones de los integrantes del equipo local,
las protestas del público, la pasividad de los jugadores del equipo visitante o
por los comentarios de sus propios asistentes a través del sistema de comunicación.
En esas circunstancias, al producirse la protesta final, especialmente los
aplausos sarcásticos del capitán del equipo local, ¿cuál debería ser su
respuesta?.
Podemos
contemplarlo desde tres puntos de vista diferentes: un árbitro joven de
categoría Preferente, un árbitro de Primera División y, por último, un árbitro
de la categoría del propio Çakir:
Un
árbitro de 21 años, que actúe en Preferente, sin ningún género de dudas hubiera
mostrado, con la mayor energía posible, la tarjeta roja a Rio Ferdinand y, caso
de que continuaran las protestas, alguna otra amarilla o roja a jugadores y
técnicos locales. Es obvio que, en su situación, su objetivo es mostrar firmeza
y valentía en sus decisiones, no permitiendo que se le vea como un árbitro pusilánime
a quien se podrá amedrentar en el futuro. Poco importa si “hay que darle la
vuelta al estadio” por las expulsiones; no puede, bajo ningún concepto, admitir
que se menosprecie su autoridad.
Por
su parte, un árbitro de Primera División optaría por mostrar la tarjeta roja al
capitán y a los integrantes más activos en la protesta; en el caso de que
hubiera previsto una circunstancia similar en su preparación psicológica, si en
su camiseta llevara las famosas etiquetas “RESPECT” que la UEFA se esmera en
suministrar a jugadores y árbitros (envía etiquetas adhesivas junto a cada
asignación), exigiendo su uso en cada encuentro, manteniendo la expresión más
serena posible, señalaría de forma clara la etiqueta (mensaje: “no está
cumpliendo Vd. con el respeto requerido por la UEFA y, por lo tanto, le expulso”)
y acto seguido le mostraría la tarjeta roja.
Por
último, veamos el punto de vista de un árbitro de la categoría y en la
situación de Çakir; soy consciente de que, por alguna circunstancia, yo he
visto la jugada de forma diferente a la de la mayoría de la gente y tengo una
certeza casi absoluta de que mi decisión ha sido equivocada, perjudicando
gravemente a un equipo de categoría mundial; el hecho de expulsar a uno o
varios jugadores del equipo perjudicado, una vez finalizado el encuentro y
aunque hayan hecho méritos más que suficientes para ello, va a implicar mayor
resonancia sobre mi decisión anterior, lo cual ni me beneficia a mí, ni le interesa a la UEFA; por otro lado, el
equipo local no va a tener más remedio que admitir que, habiendo dado motivos
para haber expulsado a varios de sus jugadores más importantes, no lo he hecho;
en consecuencia, puede ser más aconsejable “aguantar el chaparrón”, mirar hacia
otro lado y concluir este desafortunado encuentro lo antes posible.
Al
considerarlo fríamente, desde la tranquilidad y ecuanimidad que nos brindan las
24 horas transcurridas y la falta de presión, ¿cuál hubiera sido la decisión
correcta?. Queda a criterio del lector...
Carlos
A. Bacigalupe
6 marzo 2013
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